24 de septiembre, 2025
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La economía circular avanza en Europa y España como única vía para compatibilizar desarrollo económico y sostenibilidad. La consolidación de la Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP) como un mecanismo clave para impulsarla convierte a este 2025 en un año decisivo, con nuevas normativas y sectores implicados. La experiencia de SIGAUS en la gestión del aceite usado es un ejemplo de éxito de este modelo, con resultados ambientales, económicos y sociales que respaldan las ventajas de la RAP.

En un mundo que se enfrenta a desafíos globales como el cambio climático, la sobreexplotación de recursos o la contaminación, la economía circular emerge como un modelo imprescindible para combatir algunos de esos grandes problemas. No se trata solo de reciclar más, sino de repensar todo el ciclo de vida de los productos: desde su diseño hasta su consumo y su gestión como residuos. La reciente aprobación por parte de la Comisión Europea del Plan de Trabajo 2025-2030 para el Reglamento sobre diseño ecológico de productos sostenibles y el Reglamento sobre etiquetado energético es una muestra del compromiso comunitario con esta transformación. Se espera que este marco impulse la creación de productos más duraderos, reparables y reciclables, y que oriente al consumidor hacia elecciones más sostenibles gracias a una información más clara y uniforme.

La RAP, aliada esencial de la economía circular

En este contexto, la Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP) vive un periodo de auténtica consolidación como uno de los instrumentos más eficaces para garantizar la circularidad en algunos flujos de productos y sus residuos resultantes. Este sistema traslada a los productores –entendiendo como tales quienes introducen el producto por primera vez en el mercado nacional– la responsabilidad sobre la gestión de dichos productos al final de su vida útil, promoviendo no sólo dicha gestión sino un enfoque global que va desde el ecodiseño a la divulgación y la trazabilidad.

En 2025, este principio básico —“quien contamina, paga”— ha pasado de aplicarse a ciertos residuos históricamente así regulados, como envases domésticos, neumáticos o aparatos eléctricos, para extenderse a sectores de creciente impacto. Los envases profesionales, la ropa, el calzado o los muebles y enseres se suman (o lo harán próximamente) a los flujos bajo el régimen RAP, en una clara apuesta por regular residuos que vienen generando altos costes ambientales y económicos a los sistemas municipales de recogida. Un colchón abandonado en la vía pública o una prenda de fast fashion desechada tras pocos usos ya no serán solo un problema para las ciudades, sino una responsabilidad del fabricante.

Uno de los flujos donde más claramente se ha demostrado la eficacia del modelo RAP es en el del aceite industrial usado. En este ámbito, 2025 traerá una importante novedad: la previsible publicación de un nuevo real decreto que sustituirá al RD 679/2006. Este texto no solo reforzará los pilares actuales del sistema, sino que establecerá mayores exigencias en regeneración, trazabilidad y transparencia, buscando la máxima eficiencia ambiental en la gestión de este residuo.

La RAP aplicada al aceite usado es una realidad consolidada con casi dos décadas de experiencia. Desde 2007, el sistema colectivo SIGAUS ha operado como garante de la gestión adecuada de este residuo en España, demostrando que es posible transformar un riesgo ambiental en una oportunidad.

Resultados visibles en la gestión del aceite usado

Tal y como ha reportado en sus Informes Oficiales a las Administraciones Públicas, en 2024 la red de más de 160 empresas de gestión con la que trabaja SIGAUS realizó cerca de 180.000 operaciones de recogida para recuperar 154.000 toneladas brutas (antes de descontar agua y otros sedimentos) de aceite usado en 66.500 establecimientos repartidos por 4.800 municipios. Estas cifras reflejan el alcance geográfico y la cobertura del sistema, y la complejidad logística que implica una recogida tan capilarizada, que llega a todos los puntos del territorio donde se genera este residuo peligroso, incluyendo las zonas rurales o de difícil acceso.

Una vez descontadas las impurezas y sedimentos se obtuvieron 132.568 toneladas netas de aceites usados, de los cuales un 74% se destinaron a regeneración. Se trata del tratamiento más valioso desde el punto de vista ambiental, que permite extraer del residuo bases lubricantes válidas para la formulación de nuevos aceites. Un proceso que materializa la circularidad del producto, y que puede repetirse infinidad de veces.

De hecho, con tres litros de aceite usado procedentes de vehículos o maquinaria se pueden obtener dos litros de nuevos lubricantes, que una vez terminada su vida útil podrán, a su vez, volver a regenerarse. En 2024, este proceso permitió aportar al mercado más de 61.000 toneladas de nuevos lubricantes, evitando recurrir al refino del petróleo para su obtención.

El resto del aceite usado recuperado fue descontaminado para su posterior uso como combustible, permitiendo la obtención de unas 30.000 toneladas de fuel BIA (fuel óleo con bajo índice de azufre) utilizado en hornos y calderas industriales.  

32 millones de barriles de petróleo habrían sido necesarios para producir este mismo volumen de producto (bases y fuel óleo) si no se hubieran obtenido del aceite usado gestionado a través de SIGAUS en 2024. Además de este ahorro de recursos, el tratamiento del aceite usado es un proceso más eficiente en términos de consumo energético y generación de emisiones que la producción primaria a partir del crudo. En este último caso, se evitaron más de 83.000 toneladas de CO₂, una cifra equivalente a la que producirían 332 vuelos transatlánticos de ida y vuelta entre Madrid y Nueva York. Un ejemplo de cómo la RAP, bien aplicada, ofrece no solo cumplimiento normativo, sino un auténtico valor añadido ambiental y económico.

Para lograr esta eficiente gestión SIGAUS se apoya en herramientas tecnológicas que permiten una trazabilidad total del residuo. Toda la información sobre aceites industriales puestos en el mercado, y sobre la recogida y tratamiento de los aceites usados se registra en su Sistema de Información Tecnológico (SIT), nutrido –en el caso de la gestión– con la documentación oficial que registra las entregas del aceite usado. Además, estos datos se integran en nuestro Observatorio del Aceite Usado, un sistema de información geográfica (GIS) que permite visualizar y analizar la generación y la gestión en el territorio. 

En definitiva, la economía circular sigue avanzando y se afianza en cada vez más sectores, consolidando sus beneficios ambientales y económicos y revelándose como una gran aliada para gestionar residuos de forma eficiente, justa y sostenible.

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