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Los residuos de envases no han dejado de crecer en los últimos años, con un incremento del 24% desde 2010, hasta alcanzar los 80 millones de toneladas anuales en la Unión Europea. A pesar de que la normativa sobre su gestión lleva décadas en vigor, este ritmo de crecimiento ha obligado a las autoridades europeas y nacionales a ampliar las obligaciones de los productores, incluyendo, por primera vez, los envases comerciales e industriales. La transición hacia un modelo circular ha pisado el acelerador, pero no todas las empresas parecen haber adaptado su marcha a esta velocidad. En este contexto, los SCRAP se perfilan como una solución eficiente y competitiva.
Siguiendo con los datos que justifican esta aceleración normativa, si no se adoptaran medidas más estrictas, la generación de residuos de envases en la UE podría aumentar un 19% en 2030, índice que se elevaría a un preocupante 46%, en el caso de los de plástico, según datos de la Comisión Europea. Ante esta situación, la entrada en vigor, el pasado febrero, del Reglamento Europeo de Envases y Residuos de Envases marca un punto de inflexión en la armonización de la gestión de estos productos dentro del mercado comunitario.
Entre sus obligaciones más reseñables, todos los envases deberán ser reciclables y en la medida de lo posible reutilizables en el horizonte del año 2030. Además, en el caso de los de plástico, deberán contener un mínimo de contenido reciclado, con porcentajes que varían en función de su aplicación y del tipo de producto que contengan.
Pero la normativa no se queda ahí. El Reglamento también establece que el diseño de los envases debe facilitar su reciclaje, garantizando que los materiales recuperados conserven una calidad comparable a la de las materias primas originales. Asimismo, los envases deberán recogerse de manera separada una vez convertidos en residuos, clasificarse en flujos específicos y reciclarse de forma eficiente.
La plena aplicación de este Reglamento en España debe alinearse con el marco normativo del Real Decreto 1055/2022, sobre envases y residuos de envases, en vigor desde diciembre de 2022. Para ello, será necesaria una adaptación de ambas normativas que garantice una implementación efectiva de las nuevas obligaciones. En este sentido, el MITERD ya ha anunciado nuevos desarrollos regulatorios para facilitar su aplicación. Uno de los aspectos clave es la figura del productor de producto envasado, quien asume un papel central en el cumplimiento del principio de Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP).
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