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El 60% de los consumidores españoles afirma estar dispuesto a pagar más por aparatos eléctricos y electrónicos (AEE) más sostenibles y de fácil reparación y reciclaje, en línea con la tendencia registrada en el conjunto de la Unión Europea (59%).
Según el VI Informe Anual Recyclia sobre tendencias en la industria del reciclaje de RAEE y pilas en España, estos datos reflejan cómo los consumidores están asumiendo un papel más activo en la cadena de valor de la sostenibilidad.
El informe, único del mercado que analiza anualmente la evolución de este sector en España, presta en esta edición una atención especial al papel del consumidor como eslabón clave de la economía circular, especialmente a la luz de las estimaciones que el propio documento apunta sobre la generación de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) en 2030 en nuestro país.
Respecto a los datos socioeconómicos, el informe señala que el sector obtuvo en 2024 un impacto económico superior a los 1.400 millones de euros de valor añadido bruto (VAB)[1], con un efecto multiplicador total de 2,7 euros en el conjunto de la economía española por cada euro generado. La actividad mantuvo 24.300 empleos a tiempo completo -de los que 8.600 son directos- y realizó una aportación fiscal al Estado de más de 230 millones de euros.
En cuanto a recogida, el último dato disponible aportado por el estudio y correspondiente al año 2022, sitúa la recogida de RAEE en España en 416.200 toneladas, un 0,7% más que en 2021. En el conjunto de la UE, en cambio, se registró un descenso del 1,4%. Estos resultados, señala el informe, refuerzan la necesidad de seguir impulsando la sensibilización ciudadana y de mejorar la accesibilidad a los canales de recogida para aprovechar todo el potencial de circularidad.
En términos absolutos, los grandes aparatos continúan liderando la generación de RAEE en nuestro país, aportando una de cada tres toneladas generadas en 2023. Por su parte, los pequeños aparatos son responsables del 29% del total de toneladas de residuos electrónicos generados ese mismo año.
En paralelo, el mercado de aparatos mantuvo en 2024 un fuerte dinamismo con 1.316,5 millones comercializados, un 20,6% más que en 2023, de las cuales 846,9 millones de unidades fueron de uso doméstico (30,8% de crecimiento interanual) y 469,6 millones de uso profesional (un 5,6% más). En el segmento doméstico, cabe destacar el tirón de los aparatos de informática y telecomunicación pequeños, que crecieron un 74,3% en unidades, así como el de los pequeños aparatos, que alcanzaron los 404,7 millones de unidades en 2024 y representaron el 17,3% del total.
Por lo que se refiere al mercado de pilas, baterías y acumuladores, también registró un crecimiento notable en 2024. En concreto, se comercializaron 740,5 millones de pilas portátiles, un 21,3% más que en 2023. Por su parte, las baterías de automoción alcanzaron los 10 millones de unidades (+20,2%) y las industriales, 6,2 millones (+19,2%).
Según señala el informe, la gestión de RAEE no depende únicamente de la infraestructura de reciclaje ni del compromiso de los productores, sino también, de forma decisiva, de los comportamientos y hábitos de los consumidores. El estudio identifica dos factores sociológicos clave y, en cierto modo, contrapuestos: por un lado, la creciente predisposición hacia un consumo más responsable y sostenible; por otro, la persistencia de patrones arraigados -como el apego a los dispositivos, la falta de incentivos o el desconocimiento de los canales de recogida- que aún frenan una circularidad plena.
De hecho, el 59% de los hogares españoles conserva ordenadores portátiles o tabletas que ya no utiliza, un dato que contrasta con el 60% de los consumidores que afirma estar dispuesto a pagar más por aparatos más sostenibles y fáciles de reparar. Este último porcentaje es especialmente relevante, señala el informe, si se tiene en cuenta que la reparación puede reducir hasta en un 35% el impacto ambiental de los pequeños aparatos eléctricos, como hervidores o electrodomésticos de cocina.
El informe señala asimismo que, a pesar de los avances normativos y de concienciación, las tasas de recogida siguen por debajo de los objetivos obligatorios. Así, aunque España cuenta con una amplia red de puntos de recogida, una proporción significativa de los pequeños aparatos aún no entra en el flujo de residuos a causa de ese denominado “efecto tesoro”. Aun así, el estudio de Recyclia destaca que, en los dos últimos años, ha aumentado en dos puntos el porcentaje de hogares que se deshacen correctamente de sus equipos informáticos en desuso: el 17% en el caso de los ordenadores portátiles y el 31% en el de los de sobremesa.
A este respecto, la Comisión Europea identifica la falta de información y de recompensas tangibles como los dos principales factores que limitan el reciclaje doméstico. Por ello, recomienda campañas de información sobre puntos de recogida, sistemas de devolución y beneficios ambientales, así como programas de recompra y bonificación.
El estudio de Recyclia destaca cómo el desafío de los residuos electrónicos no puede abordarse sin la participación de los consumidores, en línea con la Estrategia Española de Economía Circular 2030 y el Plan de Acción de Economía Circular de la UE.
A este respecto, el papel de los hogares adquiere mucha más relevancia a tenor de los datos que aporta el informe sobre los volúmenes de RAEE que se generarán en los próximos años en España. En concreto, el estudio estima que en 2030 podrían generarse más de 848.000 toneladas de RAEE, a partir de los aparatos comercializados antes de 2024 en nuestro país.
Estas mismas previsiones apuntan que los grandes aparatos seguirán representando la fracción más relevante, con 263.678 toneladas previstas (31% del total), seguidos por los pequeños aparatos (230.979 toneladas, 27%) y los equipos de intercambio de temperatura (157.478 toneladas, 19%).
Por último, los paneles fotovoltaicos experimentarán un crecimiento notable: si bien en 2023 apenas supusieron el 2% del total de residuos, podrían alcanzar el 10% al cierre de la década, impulsados por el rápido despliegue de instalaciones solares y la progresiva entrada en fase de desecho de los primeros equipos instalados.
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