10 de abril, 2019
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Carlos Reinoso es el Director General de Aspapel, la asociación de fabricantes de pasta, papel y cartón. En esta entrevista, Reinoso repasa la situación del sector, aludiendo a palabras clave como "innovación y competitividad". "La industria de la celulosa y el papel es una bioindustria circular", explica. Para el Director General de Aspapel, "la naturaleza renovable y reciclable de las materias primas del sector es lo que marca la diferencia. Apostamos por la economía circular del papel, la descarbonización y el desarrollo de bioproductos como alternativa frente a los productos intensivos en carbono procedentes de fuentes no renovables".

Carlos Reinoso Torres es desde 1999 Director General de la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón (Aspapel). Anteriormente, desempeñó los cargos de Manager Forestal y Director de Reciclado en la Confederation of European Paper Industries (CEPI), con sede en Bruselas. Es Ingeniero de Montes por la ETS de Madrid y Master Forest Sciences por la Universidad de Melbourne (Australia).

¿Cuál es la aportación de Aspapel al mercado del reciclaje y la economía circular?
La industria de la celulosa y el papel es una bioindustria circular. De hecho, en la industria papelera se produce una doble circularidad: la circularidad natural de su carácter bio (fabricación de bioproductos procedentes de fuentes naturales renovables) y la circularidad social e industrial del reciclaje (bioproductos reciclables que tras su uso se reciclan masivamente).
Bioindustria circular significa materias primas renovables, productos sostenibles, uso eficiente de los recursos y todo ello desde un enfoque de ciclo cerrado. Este doble concepto es un potente instrumento para acelerar el progreso hacia una economía baja en carbono. Y en esta transformación industrial, el papel es un claro referente llamado a liderar la nueva economía.
Aspapel viene trabajando con muy diversas iniciativas en la promoción y mejora del reciclaje de papel y cartón, que es uno de sus objetivos estratégicos. Algunos de los proyectos puestos en marcha en los últimos años son: el Programa Pajaritas Azules y la Mesa de la Nueva Recuperación.
Pajaritas Azules es un programa de asesoramiento, evaluación y reconocimiento de la calidad de la gestión municipal en recogida selectiva para el reciclaje de papel y cartón, enfocado a la mejora continua, y dirigido a entidades locales (municipios y agrupaciones locales) de más de 50.000 habitantes y capitales de provincia. Se puso en marcha en 2016 y ha obtenido el European Paper Recycling Award.
Otra iniciativa para trabajar en la mejora del ya muy exitoso sistema español de recogida y reciclaje de papel y cartón es la Mesa de la Nueva Recuperación. Constituida en 2015 en Aspapel, es una plataforma abierta a las empresas del sector de la recuperación de papel y cartón que quieran contribuir a la definición y desarrollo de estrategias y proyectos para el futuro de la recuperación y reciclaje en España.

Se puede decir con rotundidad que el papel es el material que más se recicla, ¿verdad?
El que más o uno de los que más, sin duda. Hay que tener en cuenta además que, generalmente, los distintos materiales dan cifras de reciclaje de envases. En el caso del papel, nuestros datos se refieren no solo a envases sino a todo el papel y cartón que se consume en sus muy numerosas y diversas aplicaciones.
Los datos clave para medir el nivel de reciclaje son cuánto papel y cartón del total que se consume en España se recoge para reciclarlo una vez usado y cuánto recicla nuestra industria papelera, es decir, cuánto papel para reciclar utiliza como materia prima. Y en ambos, España saca muy buena nota.

La tasa del reciclaje de la industria papelera española es del 74%, muy por encima de la media europea, ¿no?
La tasa de reciclaje de la industria papelera española (consumo de papel para reciclar utilizado como materia prima en porcentaje sobre el consumo total de papel y carbón) se sitúa en efecto en el 74%, muy por encima de la media europea, la superamos actualmente en doce puntos porcentuales. Somos la tercera industria papelera más recicladora de Europa en volumen, solo por detrás de Alemania y prácticamente empatada con Francia.

¿Están contentos con la tasa de reciclaje de papel y cartón en el último año 2018? ¿Existe margen de mejora de este porcentaje de reciclaje en opinión de Aspapel?
Una vez utilizados, los productos papeleros se recogen para reciclar a través de dos vías: la recogida selectiva municipal (contenedor azul, puerta a puerta comercial y puntos limpios), que supone el 20% del papel y cartón recuperado para su reciclaje, y la recogida que realizan operadores privados en grandes superficies de distribución, industrias, imprentas…, que supone el 80% restante.
En el papel doméstico es donde existe margen de mejora, ya que la tasa de recogida está en el 60%, mientras en las grandes superficies, imprentas, industrias, etc. la tasa es prácticamente del 100%.
Por lo tanto, sí queda margen de mejora y muy especialmente en lo que refiere a la calidad del material recogido para reciclar, que es el nuevo reto de la economía circular del papel. Para un reciclaje de calidad, es necesario reducir el nivel de impropios que aparecen en los contenedores azules (plásticos, materia orgánica y textil en su mayoría). Este nivel de impropios tiene consecuencias medioambientales y económicas y dificulta el reciclaje final del material recogido.
Ya se están poniendo en marcha iniciativas para mejorar la calidad. Las campañas informativas dirigidas a los ciudadanos para mejorar sus hábitos de separación de residuos. La adaptación de los contenedores con cierres y bocas que eviten la introducción de materiales impropios a la vez que dificultan el hurto del papel y el cartón. O la recuperación de los servicios puerta a puerta del pequeño comercio y las recogidas selectivas complementarias en colegios, mercados municipales, oficinas públicas…, que se habían reducido o habían desaparecido con la crisis. Y, por supuesto, el control y seguimiento de impropios.
De manera resumida, consideramos que hay diez claves para seguir avanzando hacia la excelencia del reciclaje de papel en España:
1. Fijar objetivos de reciclaje de residuos ambiciosos y homogéneos para todos los materiales.
2. Prohibir la entrada en los vertederos de residuos reciclables para los que existan alternativas viables de gestión.
3. Fortalecer el sistema de recogida selectiva municipal con inversiones en contenerización y reposición de contenedores, que generen un papel recuperado de calidad.
4. Potenciar las recogidas selectivas en los pequeños comercios y oficinas.
5. Promover que los residuos recuperados en España se reciclen en España o en la Unión Europea.
6. No penalizar los residuos del reciclado con las mismas tasas que los residuos sin tratar.
7. Permitir la valorización de los residuos del reciclado en las instalaciones propias o en las de otras industrias.
8. Motivar la colaboración ciudadana, con transparencia en la información sobre los resultados del reciclaje y el destino final de los residuos.
9. Medir homogéneamente los flujos de residuos en toda Europa para que puedan ser comparables.
10. Cambiar las pautas de consumo, dando preferencia a los materiales que tienen un mejor comportamiento medioambiental.

El ritmo de crecimiento de recuperación de papel aumenta cada año. ¿Qué trabajo desarrollan para la valorización de estos residuos? ¿Y qué uso se da a la valorización de los mismos?
Todo ese papel y cartón recogido va a los almacenes de las empresas del sector de la recuperación, donde recibe un tratamiento consistente en su clasificación, acondicionamiento y enfardado conforme a la Norma UNE-EN643. Finalmente, las fábricas papeleras compran ese papel y ese cartón y lo reciclan, utilizándolo como materia prima para fabricar papel y cartón reciclado, que vuelve al consumidor en forma de diversos productos papeleros.
La recogida de papel para reciclar en España se sitúa en 4,6 millones de toneladas y nuestra industria papelera recicla al año 5 millones de toneladas de papel usado. Gracias a esta gran capacidad recicladora, garantizamos el reciclaje en España de todo el papel y cartón recogido selectivamente que cumpla con los estándares europeos de calidad, es decir, con la norma europea EN 643.

¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta el sector del papel en España?
Innovación y competitividad son las claves. La energía, como sector electrointensivo y gasintensivo que somos, es un factor clave de competitividad, por lo que necesitamos una regulación estable y que favorezca la competitividad industrial.
Durante la crisis, el sector no solo ha resistido sino que ha apostado fuertemente por su futuro con ambiciosos planes de inversión: 900 millones de euros en el periodo 2015-2017 y cerca de quinientos millones adicionales en 2018.
El sector está invirtiendo en renovación tecnológica y en innovación, dirigiendo su producción hacia tipos de papeles en los que se prevé mayor crecimiento y con mayor valor añadido, como puede ser el caso de los papeles para envases y embalajes y de los papeles especiales. La gran ventaja del papel es su enorme versatilidad, que le permite ser utilizado en un amplísimo abanico de aplicaciones que no dejan de crecer.
La naturaleza renovable y reciclable de las materias primas del sector es lo que marca la diferencia. Apostamos por la economía circular del papel, la descarbonización y el desarrollo de bioproductos como alternativa frente a los productos intensivos en carbono procedentes de fuentes no renovables.

¿Cuál es la aportación de Aspapel y sus empresas asociadas a la economía del país en términos de riqueza y empleo?
España es uno de los grandes productores europeos de celulosa y papel, con 68 fábricas de papel y 10 plantas de producción de celulosa.
Además, la bioindustria circular de la celulosa y el papel tiene un importante efecto multiplicador en la economía a través de una potente cadena de valor desde las plantaciones de madera para papel, pasando por la fabricación de celulosa y papel y los diferentes tipos de industrias y servicios sectoriales (industrias transformadoras, publicidad y marketing directo, impresores, editores), hasta la logística de entrega (servicios postales y de correos), cerrando el ciclo con la recuperación de los residuos de papel y cartón y su vuelta a las fábricas papeleras.
La aportación global (directa + indirecta + inducida) a la economía de esta potente cadena de valor supone el 4,5% del PIB y genera uno de cada cincuenta empleos en nuestro país, según un reciente estudio de CEPREDE para las organizaciones de la cadena. Asimismo, cuatro de cada cincuenta euros que factura la industria y uno de cada cincuenta euros que recauda el Estado vía impuestos o cotizaciones sociales en España están relacionados con la actividad de la cadena de valor.

¿En qué consiste la Hoja de Ruta 2050 de la industria española y europea de la celulosa y el papel?
La industria española y europea de la celulosa y el papel se plantea en su Hoja de Ruta 2050 el objetivo de reducir sus emisiones de CO2 en un 80% con respecto a 2015. Esta reducción de emisiones se refiere tanto a las emisiones directas como a las asociadas a la electricidad comprada y el transporte, que en 2015 suponían para el sector en Europa 49 millones de toneladas de CO2. El objetivo de que estas emisiones desciendan para 2050 hasta los 12 millones de toneladas supone una reducción de 37 millones de toneladas de CO2 en el conjunto de la industria europea de la celulosa y el papel.
La Hoja de Ruta contempla que el 60% de esa reducción se obtendrá con la mejora del mix de combustibles gracias a la creciente utilización de combustibles bajos en carbono o libres de carbono, la eficiencia energética con mejoras de proceso que incluyen la transición a la industria 4.0, la potenciación de la cogeneración para flexibilizar la demanda y la aplicación de tecnologías emergentes innovadoras. Otro 30% de la reducción procederá de la reducción de las emisiones indirectas por compra de electricidad, de forma paralela a la descarbonización del sector eléctrico europeo. Y el 10% restante vendría a través del transporte, con medidas de eficiencia, uso de combustibles menos contaminantes, mejora de infraestructuras, intermodalidad, etc.
En resumen, una ambiciosa hoja de ruta para que la industria papelera lidere la economía baja en carbono del futuro.

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