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La Asociación Española del Gas (Sedigas) señala que la caída estimada de 2.495 millones de euros en los ingresos de las actividades gasistas reguladas durante el sexenio 2021-2026 sitúa al sector en una posición de vulnerabilidad de cara al próximo ciclo 2027-2032.
Así lo ha advertido Sedigas en la presentación de las conclusiones de un informe técnico elaborado por la asociación en colaboración con PwC, que encuentra en la confluencia de diversos factores la explicación al sensible detrimento de los ingresos percibidos por el sistema gasista durante el actual periodo regulatorio: por una parte, la desfavorable evolución macroeconómica —definida por una acusada tendencia inflacionaria y un incremento sostenido de los costes financieros—; por otra, una sensible reducción de la retribución regulada, derivada de recortes efectivos superiores a los inicialmente previstos por la CNMC.
A la concatenación de estas circunstancias adversas se ha sumado la evolución de la demanda gasista en ciertos segmentos de consumo, que ha repercutido negativamente en los ingresos y en la rentabilidad del sector.
Como consecuencia de esta coyuntura, las retribuciones de las actividades reguladas de Transporte, Regasificación y Distribución han experimentado en el segundo período regulatorio una reducción del 15,9%. Esa caída de los ingresos, en un contexto de severa inflación acumulada —con un incremento del 21% en el Índice de Precios al Consumo (IPC) y del 41% en el Índice de Precios Industriales (IPRI)—, ha supuesto que el descenso de la retribución durante el segundo periodo haya alcanzado el 26,8% comparando el primer y último año del sexenio 2021-2026.
Estos datos enfatizan, según Sedigas, la necesidad de que el futuro esquema retributivo para el periodo 2027-2032 refleje el contexto económico al que se han visto expuestas las actividades reguladas del sector y asegure la sostenibilidad económica del conjunto del sistema, condiciones imprescindibles para no comprometer el mantenimiento y operación eficiente de las infraestructuras gasistas, garantizar el suministro, afrontar los retos de la transición energética y reforzar la soberanía energética nacional, así como para ofrecer una rentabilidad justa y razonable a los diferentes operadores del sector.
“La caída de 2.495 millones de euros en la retribución del sistema gasista a lo largo del período 2021-2026 constituye una llamada de atención sobre las repercusiones que las insuficiencias del modelo retributivo actual pueden tener sobre la futura viabilidad de las actividades reguladas”, ha apuntado Joan Batalla, presidente de Sedigas. “De no corregirse este desequilibrio, el sector en su conjunto sufriría en el siguiente período un impacto adicional de 2.405 millones de euros, que vendría a mermar, aún más, su capacidad para mantener infraestructuras, garantizar la operativa diaria y, en definitiva, afrontar las imprescindibles inversiones que requiere su modernización para adecuarse a los retos del futuro.”
Sedigas defiende la necesidad de equilibrar el marco retributivo para 2027-2032 con vistas a mantener tanto su función de garante del suministro como su capacidad para atraer inversión privada, objetivos críticos en el presente y futuro de la transición energética en marcha.
El gas natural se erige como un pilar fundamental del modelo energético nacional: representa actualmente el 22% del consumo de energía primaria y el 17% del consumo final en España, siendo el principal vector energético en la industria (41%) y la fuente utilizada por unos 8 millones de puntos de suministro (equivalente a 20 millones de consumidores), para atender sus necesidades térmicas básicas. El sector y sus infraestructuras desempeñan, por tanto, un papel clave en el eficaz funcionamiento del sistema que sostiene la generación eléctrica y la demanda energética de los consumidores domésticos, la actividad comercial, la industria y la movilidad.
El sistema gasista español se apoya en una red de cerca de 100.000 km, siete plantas de regasificación, tres almacenamientos subterráneos y conexiones internacionales con Argelia, Portugal, Francia y Marruecos. Esta infraestructura ha demostrado su robustez y flexibilidad en situaciones críticas como el apagón eléctrico del 28 de abril o la DANA en octubre de 2024, también en el respaldo solidario prestado a Europa entre 2022 y 2024 a través de las reexportaciones que permitieron afrontar la crisis energética desencadenada tras la invasión rusa de Ucrania.
La red gasista vehicula 325 TWh anuales, frente a los 247 TWh suministrados por la red eléctrica. Estas cifras revelan, según el sector, su importancia capital en el actual equilibrio energético. Su capacidad para respaldar la seguridad de suministro, especialmente durante situaciones climatológicas extremas, asistir al sistema de generación eléctrica y facilitar la integración de gases renovables refrendan su relevancia como pieza estructural imprescindible de la transición energética.
Con la vista puesta, precisamente, en el futuro, Sedigas considera imprescindible una base retributiva equilibrada que incentive la modernización y adaptación de una red llamada a afrontar desafíos claves: atender a una demanda con mayor estacionalidad, garantizar la flexibilidad operativa del sistema, integrar los gases renovables e incluir inversiones en digitalización y ciberseguridad.
Los gases renovables —especialmente el biometano y el hidrógeno renovable— se posicionan como la vía más eficiente, económica y realista para avanzar en la descarbonización de sectores domésticos e industriales. Para el 85% de los hogares, estos gases serán la opción más accesible, en la medida en que ahorran inversiones adicionales en la adaptación de sus equipos e instalaciones. Por lo que respecta al sector industrial, dos tercios de las empresas no disponen de alternativas viables a los gases renovables o bien estas resultan significativamente más costosas para abordar la descarbonización de sus procesos productivos.
En palabras de Joan Batalla, “el nuevo marco retributivo deberá incorporar señales económicas adecuadas para que las redes gasistas actúen como catalizadoras de la transición en la que estamos inmersos, a través de la integración de gases renovables, la digitalización del sistema y la mejora continua de su eficiencia y resiliencia. Solo así será posible aprovechar plenamente el valor estratégico de unas infraestructuras que ya hoy son fundamentales para la seguridad de suministro, y que están llamadas a seguir siéndolo en un sistema energético cada vez más complejo, interconectado, descarbonizado y competitivo.”
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