27 de julio, 2021
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La patronal española del reciclaje considera que restringir la exportación de materiales reciclados fuera de Europa que cumplan con los estándares de calidad frenaría la competitividad de las empresas recuperadoras, impediría cumplir con los objetivos de la UE y ralentizaría la transición hacia la economía circular.

La publicación de la propuesta de modificación del Reglamento 1013/2006 sobre traslados de residuos por parte de la Comisión Europea, que se publicará después de verano, establecerá un nuevo escenario para las exportaciones de materias primas secundarias, lo que para la Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje (FER) podría suponer nuevas trabas al comercio internacional de materiales reciclados.
 
“Somos conscientes de que el actual Reglamento tiene graves deficiencias, como procedimientos muy largos, enrevesados, costosos y anticuados, además de notables carencias en la armonización entre los países”, afirma Alicia García-Franco, directora general de FER y vicepresidenta de la Confederación Europea de Industrias del Reciclaje (EuRIC). Asimismo, según datos de Eurostat, la industria europea sigue siendo principalmente lineal, con solo el 12% de las materias primas que utiliza provenientes del reciclaje, como así se destaca en el Pacto Verde Europeo.
 
Por lo tanto, la modificación de esta normativa “precisa de cambios de gran alcance para incentivar las cadenas de valor circulares, alinear los procedimientos de envío de residuos con los objetivos establecidos por el nuevo Plan de Acción de Economía Circular y abordar de manera más efectiva los traslados ilegales”, explica la responsable de FER.
 
Sin embargo, la industria europea del reciclaje sospecha que entre las modificaciones al Reglamento se incluirán restricciones o prohibiciones a la exportación de residuos fuera de la zona Euro. “Se podría pensar que cerrar las fronteras a las materias primas secundarias contribuirá a aumentar la proporción de material reciclado y a disminuir la proporción de materias primas extraídas”, analiza García-Franco, “pero tal premisa jamás se cumplirá si antes no se consigue que las materias primas secundarias sean más baratas que las materias primas vírgenes y no se aumente la capacidad y el número de instalaciones de producción y aplicaciones que usen materias primas secundarias, tales como la granza de plástico, la chatarra o el caucho granulado”.
 
Lo que es indudable es que si se limita el libre comercio de materias primas provenientes del reciclaje, “se frenará la competitividad de la industria del reciclaje europea”, advierte la directora general de FER, por lo que antes de implementar una decisión tan radical, “sería mucho más positivo establecer antes requisitos más estrictos para evitar las exportaciones de residuos sin procesar y/o tratar a países no pertenecientes a la OCDE, así como distinguir claramente los residuos que no se han tratado de las materias primas secundarias que sí han sido procesadas, una cuestión fundamental para lograr unas condiciones equitativas respecto a las materias primas vírgenes”.
 
La exposición a los mercados internacionales y la demanda es esencial para salvaguardar los precios competitivos, asegura la responsable de FER: “En los mercados cautivos los precios bajan y aunque tales restricciones a las exportaciones podrían resultar beneficiosas en un período de tiempo limitado para las industrias transformadoras que se benefician de un suministro barato, tendrá consecuencias catastróficas para los recicladores de toda Europa porque, en ausencia de precios competitivos que cubran los costes o la obligación de sustituir las materias primas por materias primas secundarias, las empresas no podrán afrontar sus costes, con los consiguientes cierres y pérdidas de puestos de trabajo; no podrán invertir en nuevas tecnologías para mejorar sus tratamientos y mejorar la calidad de sus materiales; no se alcanzarán los objetivos de reciclaje y valorización, y residuos que ahora se reciclan irán a vertederos o se incinerarán”.
 
“Las materias primas secundarias procedentes del reciclaje pueden sustituir a las materias primas vírgenes en los procesos de producción y lo que se precisa para acelerar este proceso es el establecimiento de incentivos para que compitan en precio, cantidad y calidad con éstas últimas, pero si no se tienen en cuenta las externalidades ambientales positivas que traen, reducción de las emisiones contaminantes y ahorro energético, nunca saldremos de esta desigualdad competitiva actual”, concluye García-Franco.

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