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La reutilización de aguas regeneradas se consolida como una herramienta imprescindible en Andalucía para afrontar la sequía, el cambio climático y la presión sobre los recursos hídricos. La comunidad avanza hacia un modelo más resiliente, pero necesita agilizar trámites, mejorar infraestructuras y reforzar la coordinación institucional. La meta es clara: convertir la regeneración en un pilar estructural de la sostenibilidad hídrica.
Venimos de una sequía intensa y aunque ha llovido, nuestro futuro depende de las aguas regeneradas.
El agua regenerada no aparece sola, sino que hay que producirla, tratarla, ponerla en disposición de quien la necesita y asegurarse de que todo el proceso se haga con garantías. Tener una depuradora no basta: se necesita tecnología específica para que ese recurso esté disponible para su reutilización.
Y es que la escasez hídrica es una de las principales amenazas medioambientales que enfrenta nuestra comunidad, caracterizada por un clima mediterráneo, con veranos cada vez más largos y calurosos, y una presión creciente sobre los recursos hídricos debido al crecimiento poblacional, la demanda agrícola e industrial y los impactos del cambio climático. Frente a este desafío, la reutilización de aguas regeneradas se ha consolidado como una estrategia esencial. La Ley 9/2010 de Aguas de Andalucía reconoce la reutilización como un pilar clave del uso sostenible del agua
Desde otra perspectiva, también nos impulsa la economía circular aplicada al ciclo del agua, que es un principio de acción cada vez más consolidado, la Ley 3/2023 de Economía Circular establece que los vertidos superiores a 1 hm³ deben ser regenerados y reutilizados al menos en un 50%.
El proceso, sin embargo, no es automático ni libre de barreras. Para que un agricultor o una entidad local pueda usar agua regenerada, debe solicitar primero una autorización a la administración hidráulica competente, dentro del marco de un proyecto de reutilización. A ello debe sumarse la elaboración de un Plan de Gestión del Riesgo (PGRAR), que evalúe los posibles impactos sobre la salud y el medioambiente y que requiere la aprobación expresa de la autoridad sanitaria regional, la Junta de Andalucía.
Por eso se requiere una estrecha coordinación entre administraciones: la administración hidráulica del Estado, la Junta de Andalucía y las entidades locales deben trabajar de forma conjunta para garantizar una correcta concesión de autorizaciones y la implementación de los planes de fomento municipal previstos en el artículo 109.2 del Texto Refundido de la Ley de Aguas, y desarrollados en el artículo 26 del Real Decreto 1085/2024.
Un hito reciente ha sido la aprobación del Real Decreto 1085/2024, que actualiza el régimen de reutilización en consonancia con el Reglamento (UE) 2020/741. Esta norma establece requisitos mínimos de calidad, control y vigilancia, y facilita el uso seguro de aguas regeneradas en diversos sectores. No obstante, la tramitación sigue siendo compleja. La falta de un modelo estandarizado ralentiza los procedimientos.
Las políticas hídricas están en el centro de la acción de las administraciones públicas a nivel local, regional, nacional e internacional. En concreto Andalucía tiene marcado el objetivo de convertirse en la región con más volumen de aguas regeneradas de España.
Gracias a esta apuesta, Andalucía ha logrado multiplicar por cuatro el volumen de agua regenerada: de los 17 hm³ de 2018 se ha pasado a 70 hm³ disponibles en la actualidad. Sin embargo, esto representa menos del 10% del total de aguas residuales producidas, como recoge el Informe complementario al Plan DSEAR (2020). El horizonte para 2027 es alcanzar los 180 hm³, un objetivo ambicioso pero alcanzable si se mantienen las inversiones y la colaboración entre todos los niveles de gobierno y el sector.
Iniciativas punteras como las de Málaga, Almería, El Ejido o Marbella destacan por su capacidad de reutilización. En Almería, por ejemplo, se regeneraron 8,81 hm³ en 2023, pese a contar con una capacidad de hasta 37,25 hm³, lo que demuestra un gran margen de mejora.
Aunque los avances son notables, quedan retos importantes. Las infraestructuras son aún insuficientes, y es necesario promover la aceptación social mediante campañas de sensibilización. La viabilidad económica también depende de marcos tarifarios adecuados y del acceso a fondos europeos.
La reutilización del agua ya no es una opción: es una necesidad y una herramienta imprescindible para asegurar un desarrollo sostenible, competitivo y resiliente frente a un escenario climático incierto. Para lograrlo, deben fortalecerse cinco pilares fundamentales: un marco legal claro, tecnologías avanzadas, gestión integrada, participación social y sostenibilidad económica.
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