11 de noviembre, 2025
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En un mundo ideal, el suministro eléctrico se caracterizaría por su continuidad y por su exactitud. En ese entorno idílico, la red eléctrica funcionaría en todo momento y proporcionaría una señal limpia que cumpliría las especificaciones de manera precisa. Pero la realidad es muy distinta.

La red eléctrica se ve sometida a fuertes exigencias que han llegado a poner en entredicho su fiabilidad, tal como se demostró este mismo año con el apagón que dejó a la Península Ibérica sin electricidad durante largas horas. Este hecho tan grave, que todavía está siendo investigado, refleja en modo extremo los problemas habituales que sufre la red eléctrica en forma de perturbaciones como microcortes, armónicos, fluctuaciones de frecuencia y diversos tipos de afectaciones sobre la tensión: subtensiones y huecos de tensión, sobretensiones transitorias y permanentes, y oscilaciones de tensión.

Esta larga lista de alteraciones se ve ampliada por la incorporación masiva de electricidad renovable, especialmente de la solar y la eólica. En 2024, casi el 57% de toda la electricidad generada en España se basó en fuentes naturales como el viento, el sol o el agua tras experimentar un crecimiento del 10% respecto al año anterior. Un porcentaje y una tendencia que debe alegrarnos por la reducción de emisiones de carbono que conlleva, pero al mismo hay que reconocer que presenta algunos desafíos.

Misión: estabilizar

A diferencia de otras fuentes que nutren la red eléctrica, como las centrales térmicas de ciclo combinado o la energía nuclear, las energías renovables como la solar y la eólica se caracterizan por variabilidad acentuada y por falta de inercia, un factor clave para la estabilidad de la red.

Estabilidad: un término que gana preponderancia ante la variación de las cargas conectadas a la red, fallos en la distribución, perturbaciones generadas por las propias cargas, caídas de tensión entre líneas y problemas meteorológicos. La suma de todos estos factores perjudica gravemente a la estabilidad del suministro eléctrico, de ahí que sea necesario incorporar estabilizadores de tensión a red.

La principal misión de un estabilizador de este tipo es proteger los equipos sensibles a las fluctuaciones de tensión en el suministro eléctrico. También frente a descensos en el consumo total de una línea eléctrica, el cual provoca un aumento de la tensión que a su vez incrementa el consumo en los equipos que siguen conectados. El estabilizador suprime este sobreconsumo con el consiguiente ahorro económico y la mejora de la fiabilidad.

La relevancia de los estabilizadores de tensión es aún mayor si pensamos en cargas críticas cuya continuidad es imprescindible, más aún si presentan alguna complejidad añadida como elevados picos de la intensidad de arranque o potencias elevadas. La corrección de la tensión en cuanto se detecta una mínima desviación respecto a los valores especificados garantiza la continuidad y la calidad del suministro eléctrico, con las ventajas consiguientes en forma de mantenimiento del tiempo de actividad, mayor seguridad al evitar efectos catastróficos y reducción de costes al impedir que se produzcan averías y prolongar la vida útil de los dispositivos conectados.

A raíz del apagón generalizado en la Península Ibérica se ha planteado un intenso debate acerca de la necesidad – ante el rápido auge de las fuentes de energías renovables, sobre todo la solar – de actualizar la red eléctrica en aspectos como el almacenamiento en baterías. Sin embargo, esta opción de momento tiene una presencia testimonial, es muy costosa y no resuelve el problema de fondo: la inestabilidad. La solución más viable, realista y rentable en la actualidad pasa por incorporar estabilizadores de tensión cuyas prestaciones han sido demostradas con creces.

El EMi3 de Salicru es una solución robusta para mantener la tensión eléctrica estable en entornos críticos. Basado en tecnología de servomotor con autotransformador variable, ofrece una precisión ajustable entre ±1% y ±5%, una eficiencia de hasta el 97,5% y una velocidad de regulación de 70 V/s. Disponible en versiones monofásicas y trifásicas (de 5 kVA a 5 MVA), soporta sobrecargas del 200% y funciona de forma silenciosa. Su control digital con pantalla LCD y comunicaciones RS-232/RS-485 (MODBUS) garantizan supervisión total y máxima fiabilidad en cualquier instalación.

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