por Nora Lardiés, Investigadora en Reciclado Químico en AIMPLAS 13 de octubre, 2021
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El desarrollo e implementación de los materiales plásticos supuso en su día un paso de gigante para mejorar la calidad de vida de las sociedades; en concreto, el uso de composites (plásticos reforzados con fibra de vidrio o carbono) significó el auge del sector eólico en el campo de las energías renovables, ya que las palas de los aerogeneradores se fabrican con estos materiales que se caracterizan por su ligereza y elevadas propiedades mecánicas.

Otro avance interesante supuso el uso de césped artificial en campos de fútbol y zonas de recreo, consiguiendo aumentar las horas de uso al mismo tiempo que se reducía enormemente el consumo de agua; este material está compuesto de un soporte secundario de poliuretano (PUR) o látex, un soporte primario de polipropileno (PP) y unos hilos de polietileno (PE), tal y como se muestra en la figura 1.

Como consecuencia de este avance de los materiales plásticos, la sociedad actualmente se enfrenta a uno de los mayores retos de nuestro tiempo, que no es otro que encontrar un fin de vida útil a la gran cantidad de residuos plásticos que se están generando, consiguiendo así reducir el consumo de recursos fósiles, manteniendo la sostenibilidad a largo plazo de la cadena de suministro y el impacto negativo de estos materiales en el medio ambiente.

Los residuos plásticos procedentes tanto de las palas eólicas como de los campos de césped artificial son materiales son muy difíciles de reciclar por su composición heterogénea con materiales de distinta naturaleza que funden a distintas temperaturas y que tienen viscosidades distintas. Por este motivo, la mayor parte de estos residuos se depositan en vertedero y solo una pequeña parte se tritura para ser reutilizados como cargas (Figura 2). Por lo tanto, en ambos casos se trata de una problemática importante que debe ser resuelta cuanto antes. De hecho, se calcula que el año que viene se desmantelarán en Europa alrededor de 42.000 turbinas, de las cuales casi la mitad se encuentran en España, generando un residuo de 1,5 millones de toneladas de composites. En cuanto a los campos de césped artificial, que tienen una vida útil de entre 5 y 10 años, se calcula que se han instalado en Europa desde el año 2006 unos 2570 campos (solo los certificados por FIFA). Un campo de fútbol contiene aproximadamente 160 toneladas de césped artificial, por lo que más de 400 000 toneladas de césped artificial se están ya desmantelando y están pendientes de ello en los próximos años.

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