5 de junio, 2023
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Representantes de las Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso de Agua, ALADYR, advirtieron que los microplásticos pueden tener repercusiones nocivas en el suministro de alimentos provenientes de los ríos de la región y que la infraestructura de saneamiento es crucial para detener esta amenaza.

En este Día Mundial del Medio Ambiente, bajo el lema "Sin contaminación por plásticos", se hace un llamado global a abordar la crisis ambiental relacionada con este material. Según organismos internacionales, el reciclaje y reúso del agua se presentan como soluciones fundamentales para prevenir que miles de toneladas de plástico lleguen a los mares y ríos cada año.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que aproximadamente 8 millones de toneladas de plástico son arrojadas a los océanos anualmente, lo que equivale a la carga de un camión de basura por minuto. Si no se toman medidas adecuadas, se proyecta que para 2050 habrá más plástico que peces en los océanos.

En este contexto, el reciclaje y reúso del agua emergen como soluciones efectivas y alcanzables para abordar la contaminación por plásticos. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), aproximadamente el 79% de todo el plástico producido en la historia aún se encuentra en vertederos, en el medio ambiente o en los océanos. Fomentar la implementación de sistemas de reciclaje eficientes y promover el reúso del agua puede reducir significativamente la cantidad de plástico que llega a los cuerpos de agua.

De acuerdo con la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso de Agua, ALADYR, la lucha contra la contaminación por plásticos no se limita solo a los residuos visibles. Los microplásticos, partículas diminutas de plástico presentes en cada cuerpo de agua del planeta, se han convertido en preocupantes contaminantes emergentes. Estas partículas están presentes en cada criatura viviente, especialmente en los peces, que son una fuente esencial de alimento para muchas personas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) determinó que una persona promedio consume hasta 5 gramos de microplásticos por semana, lo que equivale al peso de una tarjeta de crédito. Aunque los efectos a largo plazo en la salud humana aún están siendo investigados, diversos estudios científicos han asociado la exposición a microplásticos con posibles trastornos hormonales, efectos tóxicos en el sistema reproductivo y riesgos para el sistema inmunológico.

Los microplásticos contienen una mezcla de productos químicos añadidos durante su fabricación que pueden filtrarse en el ambiente. Estas partículas además absorben eficazmente sustancias tóxicas presentes en el medio acuático como los contaminantes orgánicos persistentes.

“Además, los microplásticos son un sustrato sobre el que viven organismos marinos como invertebrados, microalgas, bacterias, hongos o virus (fenómeno conocido como bioincrustación), algunos de los cuales representan patógenos potenciales”, asegura la FAO.

Investigaciones del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet) encontraron estos componentes en el tracto digestivo de peces en el Río de la Plata y el río Paraná en especies como surubí, el sábalo, el patí, el pejerrey y la carpa que, eventualmente, podrían afectar su calidad para consumo humano.

En el caso puntual de los sábalos del Paraná Medio estudiados se supo que estaban contaminados con, al menos, un microplástico y los investigadores afirman que las pesquisas en este sentido apenas están comenzando en Latinoamérica y que el problema puede ser mucho peor de lo que se ve a simple vista.  

A propósito de esto, Gerry Ross, presidente de ALADYR, declaró que "el reciclaje y reúso del agua son soluciones efectivas y alcanzables para reducir la cantidad de plástico que llega a nuestros cuerpos de agua mediante las aguas residuales. Además de preservar el medio ambiente, estas prácticas también ofrecen beneficios económicos y sociales, al generar empleo y promover la economía circular".

Añadió que es urgente que los gobiernos, la industria y la sociedad en general colaboren en la implementación de políticas y acciones concretas para frenar la contaminación por plásticos y microplásticos. “Gran parte de la cadena alimentaria de Latinoamérica peligra a causa de este problema y por más que removamos todo el plástico que veamos flotar en los ríos, no estaríamos abordando el problema en toda su dimensión porque los microplásticos se desprenden de las fibras de ropa sintética y otros componentes cotidianos que viajan a través de la red de alcantarillado y los sistemas convencionales de tratamiento no los remueven”.

Soluciones alcanzables

Desde ALADYR también explicaron que la inversión en la adecuación del sistema de tratamiento de aguas residuales desempeña un papel crucial y que la incorporación de tratamientos terciarios en las estaciones existentes permitiría llevar el agua a una calidad adecuada para diferentes usos como agrícola, industrial e incluso, potable, si la legislación lo permite. Ejemplos internacionales como Singapur, que ha desarrollado un sistema avanzado de tratamiento de aguas residuales, o Israel, que ha logrado grandes avances en el reúso del agua para fines agrícolas, demuestran la viabilidad y los beneficios de estas prácticas.

La inversión en infraestructuras de tratamiento de aguas residuales y la promoción de prácticas de reciclaje y reúso del agua no solo contribuirían a cerrar la brecha en el acceso al saneamiento, sino que también impulsarían la protección del medio ambiente y la preservación de los recursos hídricos. Además, según datos de la OMS y el Banco Mundial, cada dólar invertido en saneamiento genera un retorno económico y social de hasta 5 veces, mejorando la salud de la población y aumentando la productividad.

El Banco Mundial también destaca que el 70% de las aguas residuales producidas en América Latina son vertidas sin tratamiento alguno, lo que supone una brecha de suma preocupación para ALADYR pero que también puede ser abordada como una oportunidad.

“Podemos ver esta cantidad de efluentes como una oportunidad de adaptar nuestra infraestructura de recolección y tratamiento al tiempo que hacemos un círculo virtuoso en el que se aproveche su potencial hídrico, energético y económico” destacó Ross.

Legislaciones y normativas

Luiz Bezerra, representante de ALADYR en Brasil, opinó que en Latinoamérica hace falta congruencia legislativa y tomó el caso de Chile como ejemplo que cuenta con dos leyes federales centrales que regulan la cuestión de los residuos plásticos en todo el territorio y lo contrastó con el de Brasil, con más de 150 normativas sobre el tema.

Continuó diciendo que en Brasil existe un exceso de leyes y regulaciones de “baja calidad” que está causando daños y costos al sistema normativo. Consideró que cuando se trata de problemas globales como la presencia de microplásticos, es necesaria una legislación estratégica que implique un análisis en el contexto internacional que aborde, a través de políticas públicas respaldadas por regulaciones, la contaminación del agua, el suelo e incluso el aire por plásticos para desarrollar medidas que puedan lograr metas y acciones a corto, mediano y largo plazo. “Estamos hablando de modelos de legislación complejos que necesitan coordinar sus planes y efectos con las necesidades y metas de diversos sectores de la sociedad, especialmente el sector agroindustrial" dijo.

Detalló que plásticos arrojados al medio ambiente, debido a diversas acciones humanas, se ven expuestos a condiciones exógenas y procesos físico-químicos y que estas transformaciones resultan en la formación de microplásticos, pequeñas partículas alteradas por la fuerza mecánica y la absorción de organismos contaminantes, como el cadmio, el zinc y el níquel, así como microorganismos, posibles vectores patógenos. “Es fundamental no solo regular el uso de plásticos, sino también fomentar y orientar el uso de tecnologías disponibles para evitar que los microplásticos ingresen a la cadena de suministro de agua potable y producción de alimentos. Aunque se reduzca drásticamente el uso de plásticos, todavía existe un pasivo circulante que requiere un tratamiento adecuado" completó.

Por su parte, Alejandro Sturniolo, vicepresidente de la International Desalination Association, IDA, sumó que el problema no está en el material en sí y puntualizó que la principal fuente de esta contaminación son las aguas residuales tratadas y no tratadas, siendo la ropa sintética uno de los principales contribuyentes.

“Más que en el propio plástico, el problema está en su mala gestión y la falta de educación. Es esencial no demonizar los materiales, sino enfocarse en una gestión adecuada de los residuos. La reutilización de efluentes podría ser una solución viable, obteniendo agua de excelente calidad y tratando de manera más económica una corriente concentrada de contaminantes” aclaró.

“Se plantean preguntas para reflexionar, como por qué usamos plásticos desechables si los creamos para que sean duraderos, por qué liberamos microplásticos al ambiente si no queremos que estén en nuestra cadena alimentaria, y si sería beneficioso reemplazar todo el plástico que usamos diariamente por madera o papel. La comprensión y acciones en torno a estas preguntas podrían tener un impacto significativo en el futuro del planeta, promoviendo un cambio de perspectiva, hábitos ajustados y una educación adecuada” culminó.

En este Día Mundial del Medio Ambiente, es fundamental que los gobiernos, la industria y la sociedad en su conjunto asuman la responsabilidad de abordar la contaminación por plásticos y promover prácticas sostenibles. La voluntad política es crucial para destinar recursos financieros, establecer marcos normativos adecuados y fomentar la inversión en infraestructuras de tratamiento de aguas residuales.

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